3 de agosto de 2007

Introducción a Mio Cid



El Cid, el de la barba florida, cabalga de nuevo en su Babieca con su Colada levantada hacia el cielo. Viene cabalgando, verso a verso, desde hace 800 años (Per Abat lo copió en el año 1207: “Per Abbat le escrivio en el mes de mayo en era de mil e. CC XLV años”, no hay error en la datación, el 1245 de Per Abat, se corresponde con el 1207 del calendario actual), pero, de boca en boca, probablemente un siglo antes.

Sus autores (o su autor) quedan en la bruma del tiempo, ni siquiera está claro si fue uno o fueron dos, si eran o no juglares, si era de Burgos o de Teruel. Lo que sí está claro es que crearon al primer héroe de la literatura española.

Un héroe más próximo al Aquiles que al Odiseo homérico, pues, teniendo momentos en los que muestra cierto sentido del humor, toda su acción se centra en la reconquista de su honor perdido. Lucha contra los moros y lucha contra su destino de caballero desterrado, sólo para recuperar la honra y se arrodilla ante el rey que lo expulsó, porque es el Rey y es su Señor y estamos en la Alta Edad Media y el Caballero no puede enfrentarse a su Rey y, en caso de enfrentarse, debe purificarse y volver a recuperar la honra y el honor perdido. Y eso es lo que hace Mio Cid.



Mio Cid (sin tilde el ‘Mio’, porque así lo escribió el buen abad Pedro) se llama en realidad Rodrigo Díaz de Vivar, el sobrenombre se lo dan en el campo de batalla, mi valeroso señor.

Pero mejor nos quedamos con Mio Cid, porque el otro, el de verdad, Rodrigo Díaz de Vivar, al parecer, no tuvo mucho que ver con nuestro héroe épico, o, al menos, tuvo muy poco que ver. Porque, seamos francos, Rodrigo Díaz fue una especie de mercenario que, en ocasiones, luchó más por la bolsa que por el corazón. Expulsado por traición a su rey, vivió en la frontera, en muchos sentidos. Tampoco se corresponde mucho aquello de las bodas de sus hijas con los infantes de Carrión, hay bastante confusión en las cronologías y, probablemente, eran niñas muy pequeñas cuando ocurrió el destierro paterno. En realidad, historia, leyenda y literatura se entremezclan y confunden.

Sea como fuere, el que de verdad nos interesa es el caballero del Cantar y el Cantar mismo. Nuestro héroe literario es el representante del espíritu castellano, sobrio y duro como la misma tierra, (pero también sabe ser tierno con sus seres queridos). Y así es también el Cantar, que no se deja llevar por la imaginación desbordante de otras épicas, como la francesa o la nórdica. Todo está porque tiene un sentido y todo tiene una explicación lógica y terrenal, no hay dragones ni se oyen trompetas mágicas a cientos de kilómetros de donde la hacen sonar. Nuestro poema (y nuestro hidalgo) son mesurados y, más o menos, verosímiles.

El Poema, por si alguien no se acuerda o, despistado, lo ha perdido entre otros conocimientos, está dividido en tres Cantares: el del destierro (Mio Cid, abandona la corte castellana, desterrado. Se refugia en tierras no cristianas, donde lucha contra los moros, enviándole todas las ganancias al rey que lo ha desterrado); el de las Bodas (el rey le devuelve sus honores al Cid, en realidad, se los concede, porque muchos de ellos no los tenía, una vez que el caballero se ha apoderado de Valencia y se la ha ofrecido al monarca; los infantes de Carrión piden en matrimonio a las hijas del castellano); la afrenta de Corpes (los infantes son victimas de la burla de la comitiva del Cid que los deja en ridículo y como cobardes, en represalia, golpean y abandonan a las hijas en un robledo de Corpes; el Cid pide justicia al rey). El poema acaba con la noticia de que las hijas de Mio Cid se casarán con los reyes de Navarra y Aragón. Es decir, los nietos del Cid, un vasallo de reyes, llegarán a ser reyes y señores.

Puede que la lectura de la versión original resulte un poco complicada, por las grafías, sobre todo, pero para los que no se atrevan con ésta, hay versiones adaptadas, de muy buen nivel.
En el portal http://www.cervantesvirtual.com/bib_obra/Cid/index.shtml, encontrarán varias versiones de la obra, entre ellas el mismísimo manuscrito de Per Abbat.

Otro buen sitio para consultar sobre esta obra es http://www.virtual-spain.com/literatura_espanola-miocid.html, especie de directorio en el que se han recopilado enlaces de todo tipo, todos sobre el Cantar y la figura de Mio Cid.
Y, recuerden que “a todos alcanza honra por el que en buen hora nació

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